01 enero, 2014

la desolación de los años impares

Doce meses que se han escapado por el desagüe. No tengo muy claro cómo ni por qué, si ayer era 11 de septiembre de 2012, hoy estoy planteándome metas para el 2014 que probablemente no cumpliré. Es una de mis tradiciones de año nuevo. Y una es muy de tradiciones. Este año fantasma, que sin embargo ha sido de los mejores. De los que me ha dejado disfrutar de las cosas. De las pequeñas y de las grandes. Y no, este año tampoco he ido por la vida metiendo la mano en sacos de lentejas. Pero para sonreír por dentro hace falta mucho menos. Ha sido un año de sonrisas. Muchas. Pequeñas, internas, estúpidas, felices, soloconlaboca, con toda la cara. Sonrisas con los ojos. De esas que me hacen los ojos pequeñitos. Esas. Un año de cruzar el mundo con un nudo en el estómago. Y descubrir, una vez más, que las distancias no existen. Traer tantas fotos que no te atreves ni a mirarlas. Un año de Totoros y de Ponios. Porque en el fondo yo soy un poco ese pez que se convierte en niña para comer jamón. Descubrir que sé comer con palillos con soltura. Y que no toda la comida china es arroz tres delicias. Para bien y para mal. Este año me han abanicado con paipai. Y sigo sin saber si me encanta o me turba de por dentro. Porque este año, en realidad, podría describirse como el de los descubrimientos. Descubrir gente nueva. Redescubrir a viejos conocidos. Volver a jugar a descubrir a esos amigos que jamas se fueron. El año de las buenas noticias. Todas. Las oficiales y las secretas. El año de la diáspora familiar. El año del skype. Y el año del salto mortal. Hacia delante. Y sin red. Ese que a dia de hoy no se si es de valientes (como todo el mundo dice) o de inconscientes. Pero el que hay que dar y que jamás habría dado sin conversaciones en una mesa de madera, cerveza de por medio. Se acabaron los planteamientos a futuro, porque el futuro no existe. El año de mi primera sesión de fotos oficial. Y de la oleada de cantautores. Con barba y aspecto de náufrago. El año que despedí a Ramón con Maga en el fin de semana groupie. El año que recordaré como el de la foto con David Fonseca. El año con menos conciertos, pero los más bonitos y en las mejores compañías. El año con menos playa de mi vida. El año en el que hice tantos planes que lo más complicado no fue cumplirlos, sino cuadrarlos. El año en el que me falta Alemania por los cuatro costados. El año de instaurar nuevas tradiciones. Como el glühweintag. O las comida-merienda-cenas temáticas. El año en el que el 17 de septiembre se ha instaurado como día de fiesta y me han chivado que junio tambien tendrá otro. Este año que de me ha ido sin sentir, pero que siento más mío que ningún otro...

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