29 octubre, 2012

Kamikaze

1. la Beethoven abierta. 2.- España profunda. 3.- Faro de Cabo de Gata. 4.- Arrecife de las sirenas. 5.- España súper profunda. 6.- Desayuno de campeones de domingo por la mañana. 7.- el botellón en la renfe, si vas sola, se llama alcoholismo.
Comprar billetes de tren a última hora del jueves. Coger un tren y ver dos peliculones. Sonreir. Atravesar un montón de sitios, casi todos en Jaén. Cervezas. Sonreir. Copas. Sonreir. Más copas. Sonreir. Paseos fotográficos por Cabo de Gata. Flamencos y barro. Tapas. "Estoy en la Fabriquilla y no os veo". Sonreir. Conciertos que un día lejano prometí que vería. Ir a Granada, y que te reciba lloviendo. Sonreir. Planta baja. Chica de la parada. Sonreir. Descubrir que las compañeras de piso existen. Vogue. Sonreir. ¿Y si esperamos cincuenta minutos a que abra el Opencor? Sonreir. Yo esto ya lo he vivido antes. Fuga de billetes de bus. Apurar. El periodico que no pudiste comprar. EL japo. Sonreir. Desayunar zumo de cebada y sushi. Recuperación de amigos inconscientes. Sonreir. Bus de vuelta. Sonreir. Pero un poco menos, porque volver es una mierda.

11 octubre, 2012

se morderá los labios hasta sangrar silencios

la idea original era que se acababa. que se pasaba. que había un punto de inflexión, al que llegarían tarde o temprano y que sería el punto final. o seguido. eligió el punto. y eligió el más lejano que se le ocurrió. el escenario menos probable, el mayor consumidor de energía. porque o llegas a la meta o te quedas toda la vida merodeando alrededor de la cinta y las banderolas que marcan el lugar. esto se acababa, joder. porque llegar hasta ese maldito punto le había costado un montón de lágrimas. y otro más grande de carcajadas metidas en tarros de mermelada tapados con tela de cuadros blancos y rojos. muy francés. pero no. ahora resulta que tampoco puede elegir. que ni ha llegado ni sabe dónde está la famosa meta


...y el mismo recuerdo en el balcón

(el título no es mío, sale de aquí )

01 octubre, 2012

menü fünf


Cinco años. Un lustro. Posiblemente los cinco años en los que más me he reído en mi vida (que ya es partir de cotas altas, para qué mentir). Cinco años en los que los ojos se me llenan de recuerdos, de gente nueva que se convirtió inmediatamente en indispensable. De gente que estaba ahí antes, y que ahora sé que se quedará para siempre. La vida, que hace filtro. Cinco años en los que he aprendido a hacer fotos y a viajar. A viajar con los bolsillos vacíos y las ganas puestas. También he aprendido a huir. Pero siempre hacia delante.  Me veo incapaz de resumir estos cinco años (yo, la reina del collage de fotos y el punto y seguido), porque no quiero dejarme ninguna sonrisa, ningún abrazo, ninguna mirada. Hoy cumplo cinco años. Porque hoy hace cinco años que Aachen entró en mi vida, trayéndome a mí de paso. Es cierto que estos cinco años también han estado llenos de despedidas: en aeropuertos, en estaciones de tren, en paradas de autobús, en taxis, en intercambiadores y en estaciones intermodales. Despedidas que detesto. Y en las que nunca se dice adiós. Son cinco años de repartir amigos por el mundo y jugar a visitarlos. Amigos propios y heredados. De hacer planes y recorrer el mundo con amigos de amigos que se convierten en propios. Cinco años en los que he conocido quince países, he aprendido alemán, puedo chapurrear italiano y catalán (con acento valenciano, eso sí) y he acabado la carrera. Cinco años en los que he sido inmensamente feliz.
Gracias a todos, por venir y contribuir.