Vamos a empezar por el principio. Por aquello que escribí alguna vez para describirme. Porque sí, esta de aquí abajo soy yo.
No me gusta el fútbol. Nunca me ha gustado (y se que esta mal decirlo por estas fechas). A cambio, sé perfectamente lo que es un fuera de juego.
Tengo una cicatriz en el párpado izquierdo, justo a ras de pestañas, justo al lado del lunar que siempre confundo con un pegote de rimel
Cuando escribo a mano, escribo en mayúsculas por definición. Si escribo a máquina, todo va en minúsculas. Escribir en alemán es una lucha constante con mi cerebro.
Siempre (o casi) tengo la nariz helada y en invierno los pies se me convierten en cubitos de hielo.
Adoro recibir cartas, postales o cualquier otra chorrada siempre y cuando venga por correo, pero soy un desastre para mandar postales de navidad o cumpleaños.
Soy incapaz de llorar y punto. O lloro y me río, o lloro y me caigo o lloro y duermo.
No tengo equilibrio ni sentido del espacio corporal, así que vivo en un continuo moratón.
He jugado al voley, he sido árbitro y he colaborado en la liga Mundial. Me he dejado la garganta animando cada fin de semana durante cinco años. Nunca fui muy buena, y creo que nunca me sentí parte del equipo.
Se me dan bien las manualidades, pero odio (con todas mis fuerzas) hacer maquetas.
Nunca sabré por qué estudio arquitectura o por qué me gusta, pero no podría hacer otra cosa
Me da miedo comprarme un gato porque me da miedo acabar como la loca de los gatos.
Colecciono desde hace años (quien dice coleccionar dice almacenar) etiquetas, pegatinas y cualquier otro tipo de objeto inútil que me recuerda algo o alguien.
Cada persona que conozco la asocio a un color y a un olor. El color puede cambiar con el tiempo, el olor no.
Me fijo en las manos y en la sonrisa de la gente, hasta el punto de ser capaz de reconocer a la gente por cualquiera de estos rasgos.
Me encanta el sonido que hace un bolígrafo al escribir deprisa
Aprieto tanto el bolígrafo al escribir que tengo un callo inhumano que me ha deformado la uña del dedo corazón de la mano derecha, pero sospecho que le da personalidad a mis cortes de mangas
Me gustan los idiomas y me encantaría aprender italiano y árabe
Sé leer al revés
Soy una tímida reconvertida, como los zurdos a los que se les obliga a escribir con la derecha.
De pequeña quería ser zurda, llevar gafas y cuando jugábamos a Heidi, me pedía a Clara
Siempre fui una niña muy rara, y lo sabía
Escribo con relativa frecuencia desde hace años, pero dudo que alguna vez se lo enseñe a alguien
Me encantaría saber escribir bien y escribir una buena novela
Sería inmensamente feliz si dedicase el resto de mi existencia a hacer fotos
A veces me planteo hablar un día entero sólo con onomatopeyas, a ver qué pasa
Soy entropía
Tengo la teoría de que nunca puedo estar bien en todos los aspectos de mi vida al mismo tiempo. Y aún sabiéndolo, he aprendido a ser feliz con ello
Me cuesta horrores decir que lo siento, lo que siento o cómo lo siento
Si sonrío de verdad, los ojos se me hacen pequeñitos y lo veo todo a través de las pestañas
Tengo una línea de lunares que va desde el extremo del ojo izquierdo hasta la mandíbula
No suelen gustarme las pelis de miedo, pero disimulo
Sólo me muerdo la uña del pulgar izquierdo.
Conforme pasa el tiempo, me vuelvo más supersticiosa y más maniática, pero nadie parece darse cuenta
Me gustaría ser capaz de componer una canción
Me encantan los abrazos, aunque me retuerza de cosquillas
Tengo tendencia a ser el paño de lágrimas de todo el mundo
Nunca he vivido cerca del mar, pero pienso hacerlo algún día
Me gusta tanto Madrid como me agobia
No me gustan ni los pimientos ni el bacalao, pero si me invitas nunca diré nada. NUNCA
Se me pegan los acentos con una facilidad pasmosa
No tengo fotogenia, y hasta que me fui de erasmus rara vez salía en una foto
No me gustaba la cerveza antes de Aachen
A veces pienso y sueño en alemán. A veces, no me entiendo
Odio que me llamen Ire, se me hace tan raro que casi nunca contesto
Me pierde mirar el fuego. Literalmente
A veces me planteo que lo mío puede ir a peor y acabar chalada perdida
Me da tanto miedo acabar la carrera como pavor no ser capaz de terminarla
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